El imperio de la luz, de René Magritte (serie / variación de 1953)
El collar de pueblos hilvanados por la ruta 12,
los bosques apilados, horizontales, sobre acoplados
y el gesto del camionero como si cargara
un costal de leña y no
una larga jornada laboral.
Estos versos salen del libro La sombra de las nubes, de Anaclara Pugliese, publicado en 2017 por la Editorial Municipal de Rosario. La autora, nacida en Arroyo Seco, Santa Fe, condensa en su poesía detalles de una posible identidad argentina.
En su efecto, “El collar de pueblos hilvanados por la ruta 12” nos regala una imagen que funciona tanto identitaria como poéticamente. Pensar los pueblos de este país como parte de un collar, de un todo, unidos por rutas (y caminos), requiere entender la importancia de esa relación simbiótica entre un pueblo y su ruta de acceso. Es decir, requiere entender cómo es nacer, crecer y/o vivir en lugares como Arroyo Seco, una ciudad hilvanada por la ruta 9.
El músico Nicolás Jaar se pregunta en su último disco “¿Qué significa ser de verdad de aquí?”. Desde los planos detalles hacia la composición de una imagen más abierta, la obra de la poeta aborda esta pregunta. El collar de pueblos está habitado por un camionero que no solo carga leña en esa ruta 12. Ese primer plano, donde nos revela el gesto del camionero que carga con una larga jornada laboral, nos está contando más sobre nuestro país que una imagen del Obelisco tomada desde un dron.
El 16 de mayo de 2024, Pugliese publicó un artículo titulado “La poesía es” en el sitio web mal, en donde revela que desde chica le atraen las definiciones porque son “salvavidas que nadie usa”. Allí también cuenta que tiene anotadas definiciones de poesía que va escuchando y leyendo. Entre las definiciones que la autora recolecta y las imágenes que crea con su poesía hay un hilo conector (otra hilvanación). Tal vez la antena que sintoniza definiciones sea la misma que le permite leer la realidad como lo hace en La sombra de las nubes. El inicio del poema “Detalle” refleja ese salto —desde esas imágenes atentas al detalle hasta generar una definición—:
Este mayo ha sido
uno de los más fríos en años.
Noches como esta trabajaste a la luz
de una lámpara hasta altas horas
abajo de las dos chapas que todavía
planean en el fondo:
con anteojos truchos y un gorro
azul tapando
las orejas, en las manos mil herramientas finas
que solo vos sabías usar:
quitar rebabas, lijas hombros, labios,
marcar el puntito
de las pupilas para hacer
de las diosas, diosas. Ese era tu trabajo.
Mario Ortiz dice en El libro de las formas que se hunden que “el cine acompaña el trabajo de la poesía… la poesía continúa su trabajo sola”. Este acompañamiento del cine también lo encontramos en el libro de Pugliese y se da de dos maneras. La primera de forma más literal a través del uso de palabras ligadas al mundo cinematográfico, como HD, cenital o foco automático; y la segunda con este ejercicio de atención a la imagen detalle que venimos leyendo.
En la escritura de guiones de cine se suele recomendar no usar adjetivos sino construir “eso” mediante observaciones y acciones. En los últimos versos citados podemos percibir las manos de esa persona trabajando en el detalle de lo que puede ser una escultura. Anaclara Pugliese parece usar esta forma de escritura como un impulso antes de lanzarse a la definición poética.
También, así lo vemos en el poema “Foco automático”:
Silos, barquito, planetario,
los íconos de la ciudad
se alejan atrás nuestro,
mi cara y la tuya se unen
en el espejo retrovisor de la moto.
Anuncio de que solo en las calles
entre la gente
podemos ser nosotros es
este viento en la cara.
La primera parte nos da imágenes, pistas para pensar dónde puede estar sucediendo, quiénes son esas dos personas. Y en la segunda parte la poesía continúa el trabajo que el cine acompañó con el viento en la cara.
Lo que me aproxima a una conclusión: de esta manera, podemos leer La sombra de las nubes sabiendo que su autora nos acompaña en la búsqueda de definiciones poéticas, pero somos nosotros los que tenemos que continuar el trabajo.
(*)
Pablo Marks nació en Bahía Blanca, vivió en La Plata y reside actualmente en Tandil. Bonaerense que no sabe bien qué significa ser de Buenos Aires. Edita reels para pagar el alquiler, hace ruidos con sintetizadores, sueña con jugar en la NBA y hace poco empezó a leer poesía. Tampoco sabe bien cómo presentarse. Algo de lo que escribe se puede encontrar en encorvado. Redes & más agites musicales por acá https://linktr.ee/pablomarks